El día 4 de junio de 2017 (04/06/2017), poco después de las 12:00 horas del mediodía -hora de Argentina- viendo por mi ventanilla -ubicada del lado derecho del avión- vi unas nubes que quizás pudieran «dar bien» en una foto; saqué mi cámara e hice varias tomas.
Salvo que la foto quede notoriamente borrosa o movida, nunca las borro, a lo sumo les «pego una ojeada» en la pantallita y nada más.
Cuando llegué a casa, las fotos no me parecieron lo suficientemente buenas como para destacarlas, por lo que quedaron en la carpeta -generada automáticamente por la cámara- de ese día y bajadas a mi computadora.
Varios meses después (6), revisando las fotos sólo por volver a verlas, y usando el programa IrfanView, al pasarlas más o menos rápido, algo me llamó la atención.
Si bien mi ventanilla no estaba del todo limpia, porque tenía un par de manchitas, había aparecido algo en las fotos que me puso en alerta: una manchita pequeña, de color gris cambiaba de lugar en las diferentes fotos.
Lo primero que pensé era que la suciedad del acrílico era la responsable y que al modificar la posición de la cámara producía el efecto de estar cambiando de lugar en el cielo.
Al hacer una observación más detallada, pude ver que los puntos de referencia que tenía ante mí, que eran la nube grande y la punta del ala variaban muy poco, no así la “manchita”.
Era evidente que no era “suciedad”, sino un objeto sólido.
Podría ser otro avión que a la distancia fuera irreconocible.
Volviendo a prestar la debida atención a las imágenes, el objeto se desplazaba –en la foto- de izquierda a derecha, y no sólo eso, sino que en la segunda toma estaba más arriba y en la tercera otra vez abajo.
No es, y no hace falta ser un experto para determinarlo, el movimiento típico de una aeronave. Por lo menos de las que yo conozca.
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