¡Qué suerte tienen algunos!

Ayer, al hacer zapping, me encontré con un reportaje a Alfredo de Ángeli en su casa, junto a su familia, disfrutando del día del padre.

Muchas cosas se cruzaron por mi cabeza, pero después de ir «masticándolas» lentamente, llegué a la conclusión de que es un tipo con mucha suerte.

Piensen en la gran cantidad de actividades que está desarrollando últimamente: Cosecha soja, hace acopio de granos para venderlos más tarde, porque en algún momento las exportaciones seguramente volverán a abrirse y a un mejor precio que ahora.

Se convierte en la voz cantante de gente que piensa como él, que los 12.000 millones de dólares que gastamos los argentinos para mantener un precio alto para el dólar, para que favorezca a las exportaciones (fundamentalmente de granos), son un deber de todos los argentinos, por lo que los productores tienen todo el derecho del mundo a acumular riquezas gracias al esfuerzo de todos sus compatriotas.

Puede ofender a la investidura presidencial si se le ocurre.

Puede romper pactos, no nos olvidemos de que se habían levantado los cortes de ruta y él decidió (no seamos ingenuos al hablar de «autoconvocados») que los cortes continuarían.

Puede vanagloriarse de desabastecer un país, de que los alimentos, combustibles y medicamentos comiencen a escasear en muchas partes.

Puede darse el lujo de decir que los 4.000.000 -cuatro millones- de litros de leche que se tiran diariamente porque no pueden llegar a las plantas procesadoras sean nada más que suero, desmintinendo a los productores lácteos y a las imágenes televisivas.

Puede contribuir a mantener la desigualdad en un país, a generar carencias a mucha gente, a provocar angustias a los que menos tienen, a generar un golpe de estado, porque tienen el poder de seguir adelante aunque el país se vea perjudicado.

Y fundamentalmente es un tipo con suerte, porque ayer, que en Argentina se celebró el día del padre, él pudo pasarlo con su familia, mientras miles de argentinos no pudieron hacerlo porque estaban parados en las rutas, que de Ángeli y sus ¿amigos?, ¿secuaces? ¿camaradas revolucionarios? impedían el libre tránsito.

LLevamos más de 3 meses padeciendo lo que los amigos de los militares golpistas nos vienen haciendo.

Hagan memoria. Busquen información. La oligarquía ganadera siempre apoyó a los golpes de estado. Siempre estuvo en contra de quienes no aceptaran «sus » exigencias.

Ya estaba harto de callarme. Exploté.

Los argumentos para este golpe de estado van cambiando a medida que se quedan sin ellos.

Tienen sus seguidores, que en muchos casos son simplemente «contras», y por el hecho de serlo, no les importa el resultado final, sino pegar a sus oponentes.

Todavía seguimos siendo un país con poca memoria, corto de vista y sin planes a futuro.

¿Cambiaremos algún día?

¿Creceremos?

\"De Angeli si puede pasar el dia del padre en familia\"

La foto: gentileza de Tere.

Chicas peleando

Tengo una escuela primaria a la vuelta de casa; es pequeña y a ella concurren chicos que en su gran mayoría son humildes, de barrios humildes, y se nota por la ropa que usan, por las palabras que emplean y por la «tonadita» y las frases que repiten hasta el cansancio.

Mi hijo Martín va a otra escuela – VER POST -, que queda a unas 10 cuadras (manzanas) de casa. Todas las tardes lo voy a esperar a la parada del colectivo (ómnibus) y me encuentro con los chicos que salen del cole.

Pero lo que vi ayer, me impactó, me dejó impresionado.

Si bien estoy acostumbrado a que algunos chicos se persigan, se empujen o amaguen con una peleíta, o que a veces haya algún golpecito, la pelea de ayer fue diferente a todas las que había visto hasta hoy, y eso que con mis 46 (¡cuántos!) he visto peleas de todo tipo, cerca de casa tenía dos grandes potreros (terrenos baldíos), uno era Casa Amarilla y el otro el predio donde ahora se encuentra el barrio Catalinas Sur. Varias canchas de fútbol, «montañitas» de tierra para trepar y tratar de capturar o defender del «enemigo», vegetación abundante para realizar entretenidas expediciones en busca de lo extraño.
Se imaginan que peleas he visto en varias oportunidades, pero la de ayer quiero compartirla con ustedes, quizás sea «normal» o no. Sigue leyendo