Carlos Gardel, cantaba el tango Volver, y allí se escuchaba la estrofa: … que 20 años no es nada…
Está bien. Puede ser que estando 20 años fuera de la patria, al retornar, se sienta como que no es nada.
Para un condenado a 20 años de prisión (efectiva, sin excarcelación), debe ser muchísimo.
Pero para un condenado que lleva 21 años preso, que no tiene (aparentemente) posibilidad de fugarse, que la única posibilidad que le queda es la muerte (puede no ser la propia), es una verdadera eternidad.
Hoy hace 21 años me sentenciaron con un «hasta que la muerte los separe»…
Comparto el sentimiento de Roberto Fontanarrosa.
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