Haciendo dinosaurios muy reales

Todavía recuerdo las películas en las que aparecían dinosaurios -en su mayoría clase B- que pasaban en Sábado de Súper Acción los sábados…

Recuerdo que me quedaba extasiado viendo tiranosaurios tratando de comerse a unos cowboys, o a cavernícolas que apenas si tenían una docena de palabras para comunicarse entre ellos.

Eran «gigantescos» reptiles que se movían casi siempre con movimientos espasmódicos, producto -claro- de la técnica de animación que se usaba en esa época.

Desde no hace muchos años, se construyeron parques temáticos, donde se puede pasear entre esos gigantescos monstruos que tienen movimientos mecánicos repetitivos.

Pero acabo de encontrar que hemos mejorado muchísimo en cuanto a la construcción de reptiles prehistóricos.

Podemos interactuar con ellos. Pero lo que es mejor: ¡Ellos interactúan con nosotros!

Lo primero que quiero que vean es cómo se fabrican dinosaurios de distinto tamaño; unos gigantescos y otros que podrían mirarnos a los ojos sin necesidad de hacerlo desde arriba. Me refiero a los carnívoros del tamaño de un humano, para sentirnos como en la película Jurassic Park.

Ahora imagínense estar en un museo y que aparezca un dinosaurio que nos huela, nos mire, nos siga e interprete nuestros movimientos.

¡Cómo me gustaría poder tener una experiencia así!

Los violadores – Capítulo VI

Como tengo el auto descompuesto, estoy viajando en colectivo. Puedo tener otro punto de vista, al no tener que prestarle atención al tránsito.

Subo en la terminal del Correo Central de la línea 74, según mi boleto, al interno 246, con el chofer 156 a las 16:05.

Cuando subo, la mitad de los asientos estaba ocupada, más un joven que de pie junto a la máquina expendedora de boletos charlaba animadamente con el chofer.

Salimos, luego de unas cuadras el joven se sienta en el pasarruedas derecho, un lugar que si bien no está destinado para los pasajeros no molestaba a ninguno de los que subían. Algún día hablaré de lo mal diseñados que están los colectivos.

Sigue charlando, mientras el colectivero – como todos – se acerca demasiado a los colectivos que lo preceden, no arrima al cordón para que suba y baje el pasaje, cambia intempestivamente de carril sin previo aviso y varias infracciones más, que cometen todos los choferes de Capital y Gran Buenos Aires. Es difícil manejar y respetar un horario con el tránsito que hay. También de ésto hablaré en algún otro momento.

En la avenida Regimiento de Patricios, aproximadamente al 900, suben dos nenas de unos 10 u 11 años y dos nenes de unos 7 u 8.
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