¡Una buena!

¡Por fin una buena!

Hace 3 días me quejaba de la hijoputez de Tomás Delgado Bartolomé, que quería demandar por €20.000,= (veinte mil euros) a los padres de Enaitz Iriondo, al que atropelló y mató en 2004 cuando conducía aparentemente alcoholizado y a más de 170 km/h en una carretera de 90 km/h de máxima.

Ayer se celebró la vista oral en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 1 de Haro, en La Rioja, España, en donde el abogado de Tomás Delgado Bartolomé anunció que su representado retiraba la demanda.

La jueza, por tanto, ha condenado al demandante a pagar las costas del juicio, ya que en caso de desistimiento, es quien debe hacerse cargo del pago.

Pero la cosa no termina ahí. Si el fiscal superior de La Rioja (España) halla indicios de que las pericias realizadas por pedido de la familia de la víctima son correctas, reabrirá el caso por el delito de imprudencia, que en el caso de que Tomás Delgado Bartolomé sea encontrado culpable, puede acarrearle de 1 a 4 años de prisión e inhabilitación para conducir por un período de entre 1 y 6 años.

En mi post anterior, decía que en caso de haber un Dios o Justicia, Tomás Delgado Bartolomé no podría salirse con la suya.

Pruebas de Dios todavía no he encontrado; de Justicia, sí.

La noticia que apareció en el periodico.com pueden verla aquí. La que salió en adn.es pueden leerla haciendo clici aquí.

Un fallo acertado

Aunque sea cada tanto, hay una buena noticia.

Clarín
La nación
Página 12

Ojalá sirva como precedente no sólo para los jueces de Argentina, sino para la de todos los países que tienen indultados, amnistiados o inmunizados.

Si la justicia no es verdaderamente ciega y sorda, los que detenten poder, «la van a convencer» de que las leyes no fueron creadas para ellos.

La justicia debe ser aplicable a todos sin diferenciar a nadie.

Espero que (en todo el mundo) los que por cuestiones «políticas» hayan sido indultados, amnistiados o que hayan recibido inmunidad, puedan ser verdaderamente juzgados por los crímenes que cometan.

Es una agradable sensación la de saber que los «poderosos» podrían ser juzgados.

De todas maneras, estas cosas deben ser tomadas con pinzas, ya que depende, en última instancia, de los jueces el dictar sentencia.

Me encantaría poder tener fe en las instituciones.