Como muchos sabrán, Argentina y Uruguay tienen un conflicto por la instalación de una «pastera», una fábrica de pasta de celulosa en el río Uruguay, que es compartido por los dos países.
Según grupos ambientalistas como Greenpeace, este tipo de instalaciones son altamente contaminantes, por lo que se vería dañado seriamente el ecosistema, afectando además al turismo en la ciudad de Gualeguaychú, que perdería los ingresos que cada verano recibe de los visitantes que no sólo disfrutan de sus playas, sino de su famoso carnaval.
En los casos en los que las industrias son acusadas de contaminar el medio ambiente, o de ser responsables por el calentamiento global, aparecen dos posturas diametralmente opuestas.
Aún sin tener pruebas definitivas, tengo tendencia a considerar como culpables a las empresas, ya que hasta ahora, nunca han hecho otra cosa que destruir el medio ambiente en pos de un rédito, en algunos casos, absolutamente desproporcionado.
Por lo tanto, ya saben cuál es mi postura con respecto al tema de la pastera Botnia.
Sé que para Uruguay sería una gran fuente de ingresos. También sé que a los países tercermundistas las grandes corporaciones siempre les han dicho que perder soberanía o entregar recursos o destruir el medio ambiente será altamente redituable.
Y en muchos casos, tales ingresos nunca llegaron.
Por esas cosas de la vida, llegó a mis manos una revista llamada ESPACIO BOTNIA.
Título de portada: El arte de construir una planta.
Terminaba la revista con una serie de fotografías de la zona donde se instaló la pastera -Fray Bentos- haciendo una cronología desde Octubre de 2004 hasta Agosto de 2007.
Las imágenes son más que elocuentes. Por eso, amplío la primera (10/04) y la última (08/07)
Perdonen por la calidad de las fotos, pero fueron sacadas casi «de apuro», por lo que no son de lo mejor. Eso sí, muestran claramente lo que quiero mostrar.
Creo que el título debió haber sido:
Y de destruir a todas las demás.