No apto para impacientes

En determinado momento de nuestras vidas descubrimos que el tiempo pasa muy rápido.

¿Cómo hacer para revertir esta espantosa sensación?

Fácil, simplemente compramos un calendario diseñado por Stephen Turbek con el cual vamos a sentir que el día siguiente no llega nunca.

¿Se cacuerdan de los envoltorios de plástico con burbujitas que tanto nos gusta reventar? Yo puse un post sobre éso.

Pues bien, un calendario hecho con ese material va a poder mostrarnos que realmente el tiempo no pasa nunca.

bubble-calendar-2009

La noticia la vi en Interlink.

Seguridad laboral?… ¡JO, JO, JO!

Hoy es 24 de diciembre, cuando en muchas partes del mundo se espera ver por los techos a Papá Noel, Santa Claus, o como quiera que lo llamen, aquí, en Avellaneda podemos ver algo así como los tres reyes magos.

En la esquina de la Avenida Mitre y Cnel. Suárez, tres intrépidos soldadores están montando un nuevo cartel publicitario.

Cómo hacen para no caerse, no sé; lo que sí sé, es que trabajar en la altura, haciendo equilibrio en dos vigas sin amarrar el arnés a ningún punto seguro, es una clara invitación al desastre o a la lección Nº1 de cómo volar sin alas.

Muchachos: ojalá no me hagan decir «yo se lo avisé». Es probable que ustedes tengan familia que espera por ustedes. No sea cosa que caigan de improviso.

soldadores-acrobatas

¡¿WTF?!

Todo el mundo sabe que hay cosas en el hogar que son para que las usen los hombres; como por ejemplo: equipos de audio de 123 canales, televisores satelitales de 1234 canales, computadoras pentium 5 triple core penta turbo, etc.

Hay por supuesto otras que son para las mujeres: planchas con selectores para 25 tipos diferentes de planchado, máquinas de coser que bordan, pegan botones, tejen, y hasta te hacen zurcidos invisibles; y no hay que olvidarse de los complejísimos lavarropas automáticos, que de automáticos no tienen nada, porque hay que saber, entre otras cosas, cuánta ropa y de qué tipo se pone y cómo se la quiere lavar, además de saber qué ropa va con cuál para que no destiñan, etc.

Como por estas tierras en poco tiempo más celebraremos el día de la madre -tercer domingo de octubre-, se me ocurrió comprarle (de parte de mis hijos, ofcors) un electrodoméstico a mi esposa.

Ya que tengo un hipermercado Wal Mart cerca de casa, me di una vueltita por la parte de electrodomésticos para ver lo que le podía regalar.

Quedé tan confundido con las nuevas tecnologías, que ahora no tengo ni la más pálida idea de qué puedo comprarle.

Me gustaría saber qué opinan ustedes sobre qué puedo regalarle. He sacado (casi robado) unas fotos para poder pedirles a ustedes que leen mi página un consejo.

¿Exprimidores, tal vez?

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Licuadoras no estaría nada mal, me parece.

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Podría ser una nueva plancha, por ejemplo.

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Una buena aspiradora es otra de las opciones.

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O un buen horno a microondas.

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En realidad, me encuentro tan confundido que ya no sé siquiera si quiero regalarle algo.

Aunque mis hijos me tranquilizaron diciéndome que quizás no sea yo el único que está «algo confundido».

El muerto y el degollado

Leyendo el diario Clarín de hoy, me encuentro con la carta de un lector que se asombra de las condiciones de vida en la Argentina.

Juan Gómez Povina vive en Miami, Estados Unidos de Norteamérica.

Opina desde lejos y mal

Así se vio la carta en el diario:

y aquí la carta online.

Quisiera responderle haciendo una referencia al título de este post.

Este es un claro caso en el que el muerto se ríe del degollado.

Se asombra de la poca moral que hay en la Argentina. Se espanta de que se le tiren piedras a la policía. Y remata su asombro hablando de derechos humanos.

Cuando alguien pierde el contacto con lo cotidiano, suele ser catalogado en este país de vivir en un frasquito.

Por lo menos a través del vidrio algo se puede ver. Este muchacho vive en una lata de duraznos y para más, enterrada.

¿No se dio cuenta en qué país vive él?

Le voy a dar unas pistas para que vaya dándose una idea:
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¡Qué diferentes!

Los japoneses son personas con una identidad muy propia -si es que se me permite esa frase-, que no tiene punto de comparación con ninguna otra cultura.




A nuestro gusto, tienen cosas buenas, malas, insólitas…

Recuerdo haber visto -hace ya mucho tiempo, por lo que no sé si se sigue usando- que en ciertas esquinas de Tokio había paragüeros para que la gente los usara para cruzar la calle, devolviéndolos en el paragüero de la vereda de enfrente.

A nadie se le ocurría «olvidarse» de devolverlo. Por algo eran japoneses…

Ya he hablado de este tema hace casi 4 años en un post que se titulaba Devolviendo…

De todas maneras, me he sorprendido al enterarme que en algunas estaciones de tren de la ciudad de Tokio hay libreros -estanterías- con libros gratis para que la gente elija uno antes de subir al tren, leer durante el viaje y devolverlo al bajar en la estación de destino.

Estantes de libros gratis en Tokio

Estantes de libros gratis en Tokio

Debo admitir que en ese tipo de cosas, les tengo mucha envidia.




La noticia la saqué de Un geek en Japón by Héctor García.

Las fotos las saqué de A week in Tokyo 18

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