Doy por seguro que si tenés una dirección de correo electrónico, habrás recibido más de una vez – muchas más – mensajes de amigos y/o conocidos que te enviaban un mensaje de amor, paz, felicidad u otra cosa positiva.
También te habrán enviado mensajes que te servían para alcanzar alguna meta – espiritual o material – si observabas ciertas reglas.
Muy probablemente te habrán llegado pedidos de ayuda para gente – la mayoría niños – con poco conocidas, pero graves enfermedades.
Todo este tipo de correspondencia tiene algo en común: en todos los casos te piden que los reenvíes a tus amistades y conocidos. Sigue leyendo