La balada del boludo

Tal vez muchos no conozcan a Gianfranco Pagliaro.

Nació en Nápoles (Italia) el 26 de julio de 1941. En 1956 empacó sus maletas y viajó a Buenos Aires.

Con su voz ronca y su acento de «tano» recién bajado del barco, fue uno de los cantantes que disfruté cuando era chico.

Nunca había oído este tema. Y lo conocí a través de un mexicano: Jorge, que desde tan lejos me enseñó que había canciones «argentinas» que nunca pude escuchar – entre otras cosas por la censura – por la radio o la tele.

Como un plato oriental, me dejó con un sabor agridulce y con la duda de saber quién es más boludo; si él o nosotros.

Para los que no saben qué es un boludo….

Aquí tienen la letra, por si les interesa.

La balada del boludo

Por mirar el otoño perdía el tren del verano;
usaba el corazón en la corbata;
se subía a una nube cuando todos bajaban.
Su madre le decía:
no mires las estrellas para abajo,
no mires la lluvia desde arriba,
no camines las calles con la cara, que ensucias la camisa,
no lleves tu corazón bajo la lluvia que se moja,
no des la espalda al llanto,
no vayas vestido de ventana,
no compres ningún tílburi en desuso.
Mira a tu primo, el recto, que duerme por las noches;
mira a tu tío el justo, que almuerza y se sonríe;
mira a tu primo el probo, puso un banco en el cielo;
tu cuñado el astuto, que ahora alquila la lluvia;
tu otro primo el sagaz, que es gerente en la luna.
Tiene razón mamá, dijo el boludo,
y se bebió una rosa.
No seré más boludo,
y se bajó del viento;
seré astuto y zahorí,
y dio vuelta una estrella para abajo.
Y se metió en el subte
y quedaron las gaviotas en el río.
Entonces vinieron los parientes ricos
y le dijeron: eres pobre, pero ningún boludo;
y el boludo fue ningún boludo.
Y quemaba en las plazas las hojas que molestan en otoño.
Y llegó fin de mes, cobro su primer sueldo
y se compró cinco minutos de boludo.
Entonces, vinieron las fuerzas vivas y le dijeron:
has vuelto a ser boludo, ¡boludo!
Seguirás siendo siempre el mismo boludo;
seguirás siendo el mismo boludo siempre;
seguirás siendo un boludo siempre;
debes dejar de ser boludo, ¡boludo!
Y medio boludo, con esos cinco minutos de boludo,
dudaba entre ser ningún boludo o seguir siendo un boludo para siempre.
Y subió las escaleras para abajo;
hizo un hoyo en la tierra,
miraba las estrellas,
la gente le pisaba la cabeza, le gritaba: ¡boludo!
y él seguía mirando a través de los zapatos.
Entonces vino un alegre y le dijo: ¡boludo alegre!
Vino un pobre y le dijo: ¡pobre boludo!
Vino un triste y le dijo: ¡triste boludo!
Vino un pastor protestante y le dijo: ¡reverendo boludo!
Vino un cura católico y le dijo: ¡sacrosanto boludo!
Vino un rabino judío y le dijo: ¡judío boludo!
Vino su madre, y le dijo: hijo, no seas boludo.
Vino una mujer de ojos azules, y le dijo: te quiero.

La definitiva muerte de Fontanarrosa

El «Negro» Roberto Fontanarrosa, a los 62 años, se nos fue.

Comencé a disfrutar de sus trabajos cuando en la década del ´70 publicaba sus chistes en la revista Hortensia. Desde ese momento, fui un fanático suyo.

Historietas, viñetas, cuentos, novelas; ningún género escapó a su pluma genial.

Cuando en 2004 fue uno de los expositores en el Tercer Congreso de la Lengua Española, demostró su toda su capacidad, cuando para la disertación escogió como tema el de «las malas palabras»; llegando al súmmum al explicar la importancia de pronunciar correctamente la palabra «mierda», arrancando risas y aplausos de toda la concurrencia.

Enfermo de esclerosis lateral amiotrófica, fue perdiendo la funcionalidad de su cuerpo, comenzando por su brazo izquierdo (¡menos mal que no era zurdito!), y deteriorándose progresivamente, hasta que, al llegar a enero de este año, anunció que debido a que ya no podía controlar su mano derecha, dejaría de dibujar para aportar el guión únicamente.

A pesar de que lo intentó, la enfermedad pudo más que él. Hoy murió por un paro cardiorrespiratorio.

No hubo tema que no tratara con su ingenio y su humor extraordinario. Política, religión, fútbol (su pasión), e incluso su propia muerte.

Hace muchos años él mismo escribió su propio epitafio:

El día en que yo me muera quedarán mudas las gomas «H»
Pondrán a media asta las Dos Banderas

El día en que dibujó su propia muerte, gozaba de buena salud, pero mal carácter, por lo que fue «tranquilizado» por Boogie el aceitoso con su 44 Magnum de luxe. Más le hubiera valido un pequeño aumento para Don Inodoro…

Ahora ya está.

Ya se fue.

O no.

Podemos apelar a la sentencia final de Boogie: «Los dibujantes pasan, los dibujos quedan».

La historieta, que durante tantos años guardé entre mis tessoross, la pongo aquí para compartirla con todos ustedes.

Primera parte

La primera muerte de Roberto Fontanarrosa - 1

Con click amplía en página nueva.

Segunda parte

La primera muerte de Roberto Fontanarrosa - 2

Con click amplía en página nueva.

Aunque no quiera, se me pianta un lagrimón.

El sitio oficial.
Él en la Wikipedia.

¡Discusión zanjada!

En más de una oportunidad he tenido «discusiones» con mi hijo Hernán respecto de lo que avanza la computación.

Más de una vez le mencioné el hecho de que en cuanto a mi performance, el hecho de usar Windows no me benefició en nada.

Contra sus argumentos de que con una capacidad de proceso y almacenamiento superior y más veloz, simplemente le respondía que había usado la computadora la suficiente cantidad de años (en la antigüedad) como para estar seguro de lo que decía.

Nunca llegué a tipiar más rápido con Windows que lo que lo hacía en el Word de D.O.S.

Ninguno de los procesos que corría en la época en que los discos duros se medían em Megas, no Gigas me pareció mucho más lento que ahora.

No quiero hablar de la época en que no había discos rígidos, en la que una PC con doble diskettera de 5´25 era lo máximo, sino del momento en que aparecieron los discos duros, que permitieron mayor velocidad en el proceso de lectograbación.

¡Qué difícil se le hace a un padre tratar de convencer usando la experiencia personal a un hijo que nunca ha vivido nada de lo que se le está hablando!

Por suerte a alguien se le ocurrió hacer la comparación usando una Mac Plus del ´86 y compararla con una AMD DualCore del 2007.

Dejando de lado el tiempo de arranque de cada una y la exigencia en cuanto a requerimientos, hicieron correr programas iguales en ambas y midieron los tiempos.

Usar un procesador de texto y una planilla de cálculo, da en 17 pruebas ganadora a la computadora de 1986 por 9 a 8.

Debo reconocer que fue Hernán quien me mostró que yo tenía razón, porque él fue quien encontró la nota. Pudo haberse callado y no mencionar más el tema…

Para los que quieran leerla – está en inglés – pueden hacer click aquí.

No todo tiempo pasado fue mejor. Pero a veces, no fue tan peor.

John W. Backus

Para la gran mayoría (inclúyome), este nombre no significa nada.

Si digo FORTRAN, para los más viejitos, quizás les traiga recuerdos.

Pues bien, John W. Backus fue el creador del lenguaje FORTRAN (FORmula TRANslation), el primer lenguaje de alto nivel que salió al mercado… ¡en la década del ´50!

Backus trabajaba entonces para IBM y desarrolló ese lenguaje entre 1954 y 1957, que fue ampliamente usado en ingeniería y en donde se necesitara resolver cálculos matemáticos complejos.

El sábado, a los 82 años, murió en la ciudad de Ashland, Oregon, Estados Unidos.

Mensaje para los más chicos: ¿vieron que la computación es una cosa vieja? Éso es para los que creen que las computadoras las inventaron Gates y Jobs…

Ricardo Espalter

En los principios de los 60´s lo disfrutamos en Telecataplúm. En el final de esa década en Jaujarana.

En los 70´s en Hupumorpo, y en la película «Los Irrompibles».

En los 80´s en Hiperhumor.

Hizo muchas otras cosas más, pero estas son las que más recuerdo.

Muchos de nosotros lo recordamos como el «Toto Paniagua», junto a Enrique Almada.

Toto Paniagua - Ricardo Espalter

Con un humor sano, era hábil no sólo en los diálogos, sino también en los gestos. Era muy fácil reirse con sus actuaciones.

Es éste un recuerdo y un homenaje para uno de los cómicos que me divirtieron (mucho) desde que yo era chico.