Ayer fui a la marcha convocada por CTERA, CTA y ATE en repudio al asesinato del profesor Carlos Fuentealba.
Miles de personas manifestaron su indignación por la muerte de un profesor que en una protesta salarial en la provincia de Neuquén fue asesinado cuando a través de la luneta del automóvil en que viajaba, una granada de gases lacrimógenos disparada desde muy cerca le dio en la cabeza.
No voy a referirme aquí al asesinato, que ya bastante difusión tiene, sino a otro aspecto.
La protesta social, no está cargada de política partidaria.
Éso se ve en la heterogeneidad de los que participan de las marchas y en el hecho de que son protestas pacíficas.
Al acercarme al lugar del acto, me tocó pasar por donde estaban los partidos de izquierda. Por ser el acto en una zona céntrica, las calles están llenas de negocios; casi todos parcialmente cerrados.
Por donde estaban los convocados por las agrupaciones de trabajadores no alineadas a ningún partido político, los negocios seguían abiertos.
Estuve al pie del palco y luego me corrí unos metros hacia la mitad de la manzana, y me llamó la atención un quiosquito que tenía sus exhibidores que llegaban hasta la vereda misma, repletos de golosinas.
Era muy difícil desplazarse, pero la gente se acercaba para comprar gaseosas, cigarrillos, golosinas.
Nadie parecía tener en mente la idea de que era sencillo hurtar algún chocolatín, pastillas, o lo que fuera.
¿Y por qué alguien tendría que estar pensando en éso?
Es la gente común la que se manifiesta, gente de todas las edades. Gente muy mayor, jóvenes con sus hijos chicos e inclusive con bebés.
Lamenté profundamente no tener mi cámara en ese momento, para poder ilustrar lo que digo.
Para los que tienen miedo de las marchas: ¿A qué le tienen miedo cuando dicen que no van por temor?
¿A lo que pueda hacerle algún otro manifestante?
¿A que vaya a haber algún problema?
¡Acaso dejan de salir a la calle por miedo a los robos y compran todo telefónicamente o via internet?
No van a pelear, van a reclamar.
Admito que las aglomeraciones producen una sensación extraña, pero en el cine y el teatro también se reune mucha gente, en las colas de los bancos…
¿No les da miedo el futuro?
Piensen que está manejado por unos pocos. No dejemos de hacerles oir nuestra voz cada vez que lo necesitemos.
Les aseguro que la sensación que se tiene descubriendo cuánta gente piensa como nosotros es tan maravillosa, que emociona.
Además está sensación que queda después, al volver a casa, que te deja orgullosa/o de vos misma/o al saber que aportaste tu granito de arena para tratar de que las cosas puedan ser mejores.