Muerte: Ayudarla, sí. Oponérsele, no

Quienes hayan visto las imágenes que tomaron los turistas en los lugares de Asia arrasados por el maremoto, seguramente no pueden dejar de pensar en lo devastador que puede ser nuestro planeta, y lo indefensos que estamos ante él.

Quizás algún día se sepa la cantidad aproximada de víctimas (muertos, desaparecidos, heridos y de quienes perdieron todo lo que tenían) que provocó este desastre.

Ante la magnitud de la tragedia, quien más, quien menos, muchos países enviaron ayuda. De diverso tipo. Hasta particulares se unieron a la campaña y contribuyeron…

…Pero el gobierno de George Bush no.

Tardíamente, su padre y el ex presidente (ése que juró ante la Biblia siendo presidente que iba a decir la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad y mintió) Bill (¿vil?) Clinton, iniciaron una «campaña» para que los norteamericanos aporten para ayudar a sus hermanos asiáticos. Pero no con medicamentos, alimentos, agua o alguna otra cosa material. Tiene que ser ayuda monetaria, que enviarán a los organismos no gubernamentales que ayudan en la reconstrucción.

Esperemos que no aparezca «para colaborar» la fantasmal empresa Arbusto (traducción: bush = arbusto) que obtuvo pingües beneficios con el petróleo, según puede verse en la película Fahrenheit 9/11 de Michael Moore…

Bush padre dijo: «La mayor fuente de generosidad en Estados Unidos no es el gobierno sino el buen corazón de los norteamericanos».

¡Vaya novedad!

¿Desde cuándo el gobierno norteamericano fue generoso?

América Latina (incluida la isla de Granada), Vietnam, Afganistán, Irak, Palestina nunca creyeron en la generosidad yanqui. Salvo algunos que se beneficiaban con su intervención.

El gobierno de Bush no está en contra de las «cosas naturales», y la muerte lo es.

Apoyar guerras, intervenir en ellas, promoverlas, proveerlas, invadir países .

Oponerse a las guerras, a la injusta distribución de las riquezas NO.

El gobierno ya no tiene dinero para «invertir» en el exterior; puso todo lo que tenía en Irak.

Me duele ver el poco repudio, tanto explícito como implícito en los medios de comunicación.

Ése es el mejor aporte que se puede hacer para permitir la impunidad.

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