Ya he comentado en posts anteriores que los norteamericanos son «amantes» de la guerra. Pero nunca me imaginé hasta dónde.
El Departamento de Defensa, consideró viable la producción de una «bomba gay» al módico precio de 7,5 millones de dólares.
Por supuesto, ese dinero era para «investigación».
La idea era que una vez atacadas las filas enemigas, el producto químico utilizado haría que los soldados enemigos «se pasaran al otro bando».
No me malinterpreten: no iban a aliarse con los yankees, se convertirían en maricones (gays).
¡Qué cosa increíble! El ejército norteamericano promovía la frase pacifista «Make Love – Not War» que querían imponer los hippies y que tan mal les cayera en su oportunidad.
Pero si aún piensan que todo esto no tiene gollete, esperen, que hay más…
Armas químicas que provoquen ataques de furiosas avispas o de hambrientas ratas.
Habría que considerar también la necesidad de «plantar» avispas y/o ratas en el campo enemigo. No me imagino una bomba que explote y arroje millones de insectos o miles de ratas – por supuesto vivos – sobre el enemigo.
Otro proyecto considerado por el Departamento de Defensa era la de lanzar productos químicos que sensibilicen la piel de manera que no soporten la luz solar.
Habiendo tantos y tan buenos protectores solares, no creo que un arma así tenga futuro. Sí le veo futuro a las compañías de cosméticos.
Un nuevo campo de investigación, es el que propone que las bombas generen una «severa y permanente» halitosis.
Planteaban que de esta manera, si los soldados enemigos querían huir y esconderse entre la población civil, el tufo que despidieran por la boca los delataría.
Y los mismos civiles los delatarían… si es que no los mataban antes.
Por último, y no por ello menos importante… la bomba que imita la flatulencia (pedorreo… pedos, que le dicen).
Lo que los norteamericanos definen desde 1945 como provocador de la frase: ¿quién, yo?
Esta arma se descartó, porque según dicen, en algunas regiones el olor a mierda no es considerado desagradable, por lo que sería ineficaz…
Yo no he viajado tanto como los «sabios norteamericanos» como para saber si ésto es cierto.
De todas maneras, ¿quién querría viajar como ellos a lugares que huelen tan mal?
Igualmente, no quiero ni imaginar cómo huelen las trincheras después de estar varios días en ellas sin poder salir…
Cuando era chico, usábamos las «bombitas de mal olor» en cines y otros lugares cerrados. Los genios de Defensa, podrían haber ideado algo más novedoso…
Si el gobierno de los Estados Unidos quiere, por unos pocos millones de dólares puedo ponerme a desarrollar armamento verdaderamente práctico, como la bomba de hipo: ideal para atacar a los francotiradores, ya que una vez afectados, no le pegarían ni a una manada de elefantes a medio metro. Y eso, sin contar que no van a poder ocultarse, si van a hacer ruido todo el tiempo y va a sacudirse como si tuvieran el mal de San Vito.
Para terminar con mis aportes, la bomba de estrabismo, la que una vez lanzada en territorio enemigo, haría que apuntaran para el tujes y se mataran entre ellos.
Por si no creen que sea verdad lo que les dije, visiten la BBC.